Una de las realidades naturales que más poderosamente nos enamoran son los árboles. Esos seres silenciosos, sosegados, generosos, cuyo único objetivo, aparte de vivir y sobrevivir como cualquier otro ser vivo, parece ser el de potenciar la vida de los demás; de los cuales sólo se derivan inmensos beneficios para la vida de nuestro planeta.Los árboles, como grandes estructuras disipativas, apresan el caos y lo transforman en un orden más complejo. Son maestros en desarmar a un gran enemigo del ser: el caos, la entropía; ese estado de carencia o desintegración al que vuelven todos los sistemas si no se hace algo por impedirlo.
El sábado 12 de marzo,en la tarde, tristemente lo encontré ahí tirado frente a la casa obstruyendo la entrada principal, como si estuviera esperándome para despedirse, lo encontre maltrecho y arrancado de cuajo de la tierra, alguien se acercó y me dijo -que fue un carro que paso y lo atropello y otros que posiblemente fueron unos trabajadores del acueducto de Bogotá que estaban trabajando en la zona- y como siempre nadie vio nada y aquí no ha pasado nada, triste realidad de cómo se vive en nuestra capital.

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