domingo, 13 de marzo de 2011

Requiem por mi arbol

Una de las realidades naturales que más poderosamente nos enamoran son los árboles. Esos seres silenciosos, sosegados, generosos, cuyo único objetivo, aparte de vivir y sobrevivir como cualquier otro ser vivo, parece ser el de potenciar la vida de los demás; de los cuales sólo se derivan inmensos beneficios para la vida de nuestro planeta.

Los árboles, como grandes estructuras disipativas, apresan el caos y lo transforman en un orden más complejo. Son maestros en desarmar a un gran enemigo del ser: el caos, la entropía; ese estado de carencia o desintegración al que vuelven todos los sistemas si no se hace algo por impedirlo.

El sábado 12 de marzo,en la tarde, tristemente lo encontré ahí tirado frente a la casa obstruyendo la entrada principal, como si estuviera esperándome para despedirse, lo encontre maltrecho y arrancado de cuajo de la tierra, alguien se acercó y me dijo -que fue un carro que paso y lo atropello y otros que posiblemente fueron unos trabajadores del acueducto de Bogotá que estaban trabajando en la zona- y como siempre nadie vio nada y aquí no ha pasado nada, triste realidad de cómo se vive en nuestra capital.

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